necesario que nunca el "cuerpo a cuerpo", o como diría el Papa, el "persona a persona". Vamos a reconocerlo, no pasa nada por ello: vivimos en una época en que ya la sociedad no es cristiana, aunque queden ciertos valores bonitos y cada vez mas aguachirriados de un Evangelio que antaño conquisto Europa entera.
Hoy Jesucristo parece compatible con ir a la Iglesia solo "si me viene bien", con no perderse un solo día a Adan y Eva desnudos en la tele o las graciosas series que llevan años y años haciéndonos tragar con humor una ideas nocivísimas, con tener una moral mas externa que interna en la que yo me dicto las leyes y termino haciendo lo que la mayoría para justificarlo. Todo esto no es cristiano, y vivir así no es cristianismo, por mucho que las encuestas digan que aquí la mayoría nos profesamos católicos.
Este fin de semana he estado en Burgos en el Curso Base de los Centinelas de la Mañana. ¿Eso qué es lo que es? Es sencillo, se trata de una serie de charlas sobre la necesidad de despertar a todos los bautizados de la Iglesia para la evangelización. Y todo un método para enseñar a evangelizar sin miedo después. Es cierto. Es apremiante. A mi me ha dado mucha luz.
Hoy existe la idea de que evangelizar es solo tarea del cura. El lechero vende leche, el cartero trae las cartas, el taxista te lleva donde necesita y el cura se encarga de las cosas de Dios, pero... ¡mucha gente para pocos curas!, ¿no?
En realidad el cura es el único que puede celebrar la Misa, dar el perdón en la Penitencia, ¡pero evangelizar es cosa de todos los bautizados por el mero hecho de serlo! Y me dirás, querido lector, que hoy el número de los bautizados que viven al margen de Dios es incontable. Eso es cierto. Pero son muchos los bautizados que van a las parroquias que pueden caer en la cuenta de esta misión que yo digo que es apasionante: llevar la alegría de Dios al resto.
Andrea Brugnoli, que es el sacerdote italiano que "inventó" estas charlas y todo lo demás, comparaba las parroquias con los grandes estadios de fútbol: hay veintidós que corren y miles y miles que miran y lo comentan para bien o para mal. ¿Os imagináis la de gente que conocería a Dios si de esos miles corrieran unas decenas más? ¿A cuántos sitios llegaría la Buena Noticia de Jesucristo si unos cientos más corriesen también? ¿Y no cambiaría de manera copernicana nuestra sociedad, hoy tan dañada, escandalizada y sin un rumbo claro, si fueran todos los que participaran de manera activa en el partido?
Sin duda el mejor lugar para estar no es en la comodidad, seguridad y cambiante hastío de la grada sino en el "cuerpo a cuerpo" del césped. Y sin duda también es ahí donde Jesús nos llama a estar. Si. A todos.
Que Dios te bendiga, amigo lector, ¡hasta otra entrada!
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