martes, 31 de diciembre de 2013

¡Propósitos, propósitos, propósitos...!

¡Hola, hola, hola!


Querido lector.... ¡se acaba otro año! Los balances con las mejores y peores noticas de este 2013 que fenece nos bombardean estos días: lo mejor, lo peor, lo más divertido, lo más sorprendente, lo más curioso... Nosotros mismos, sin querer o aposta, hacemos también balance de lo que han sido estos doce meses en nuestra vida, y miramos con ilusión al nuevo año que ya viene. No falla: ¡en el corazón de las personas lo nuevo ilusiona!

Y ante el año nuevo comienzan a rondar en la cabeza los propósitos nuevos, de todo tipo: que si me he pasado comiendo polvorones en las fiestas y es hora de tonificarse en el gimnasio, que si voy a tomarme en serio los estudios y llevarlos al día en vez de empezar a repasar el examen la noche antes,  que si ahora que los Reyes Magos me van a traer un ebook voy a leer dos libros todos los meses...

¡La experiencia nos dice que muchos de estos propósitos no pasarán de la primera semana, jeje! Lo mejor en los propósitos es ser realista y no ir a cumplirlos de golpe, a lo bruto, sino despacio y sin desmotivarse si uno un día falla en ello...

Yo, querido lector, en realidad, escribía esta entrada bloguera por otro motivo, para dar otra idea: ¿Y si cambiamos todos nuestros propósitos irrealizables del año nuevo por poner a Jesucristo en el centro de nuestra vida cada día? ¿No te parece que así nos iría todo mejor, cada cosa que viviéramos sería más hermosa y con más sentido? Se trata simplemente, amigo, de seguir viviendo nuestra vida normal de una forma más bella, mandar a paseo esa rutina que nos lleva a estar tristes y con desgana día si y día también. ¡Con Dios eso es posible!, te lo aseguro.

No es lo más importante en nuestra vida si 2013 ha sido peor o mejor que años anteriores, si ha habido muchas cosas buenas o malas... el pasado es pasado y como tal hay que ponerlo en manos de la misericordia de Dios, y agradecérselo.

Tampoco es lo más importante lo que vaya a ser este 2014: hay que mirarlo con esperanza e ilusión, ¡pero no obsesionarse con ello! El futuro es futuro, no lo conocemos, por ello hay que dejarlo en manos de la providencia de Dios.

De nuestro pasado viene nuestro presente, en el cual, con nuestras acciones vamos configurando nuestro futuro. Hay está la clave: el presente, que no hay que vivirlo lamentándose del pasado, ni carcomiéndose por el futuro, sino con Jesucristo en cada instante.

Es fácil de recordar:

- Pasado: misericordia de Dios
- Futuro: providencia divina
- Presente: Jesucristo

Este blog termina también sus aventurillas por el 2013, un año precioso que agradecer a Dios. ¡Feliz nuevo año, querido lector! ¡Que Él te bendiga y te llene de bendiciones!


1 comentario:

Mento dijo...

Gracias por estas palabras.
Dios llene también tu vida de bendiciones y que luego nos las compartas, jeje, un abrazo.