Querido lector... ¡Feliz y Santa Navidad! Tal es la grandeza de Dios que es capaz de hacerse pequeño para salvarnos. Solo quería, querido lector, desearte esas dos cosas: felicidad y santidad...
La felicidad verdadera, la que puede vivir en lo más profundo del corazón, la que da sentido absolutamente a todo lo que ocurre en la vida, la que brota de Dios, y solo de Él. ¡El gran tesoro de los cristianos! Que la tengamos para podérsela llevar a muchos.
La santidad a la que todos estamos llamados. Es sencillo: Dios se ha hecho hombre para que el hombre pueda vivir la vida de Dios. Parece complicado, pero es sencillo: no se trata de hacer cosas raras, no consiste en aparentar lo que no se es, no es lo que nos falta para conseguirlo sino lo que nos sobra y tenemos que dejar que Dios nos quite. ¡Hay que dejarse hacer por Él!
En fin, querido lector, ¡feliz y Santa Navidad!, ¡que el niño que nace te conceda ambas cosas!
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