¡Hola, hola, hola!
Querido lector, ¡seguimos en la semana jotaemejotera! Muchas imágenes nos llegan cada día, muchos gestos del Papa, muchas palabras para leer varias veces y despacito... ¡Y es que Francisco se está dando un buen tute a pronunciar discursos estos días en Río! Pero no es el único que se pronuncia estos días, quisiera en esta entrada bloguera potatera tratar sobre una de las cosas que más me han llamado la atención estos días de JMJ: el discurso de la presidenta de Brasil y el del joven de la favela de Varginha.
Dos discursos dados delante del Papa, delante de la expectación de un gran auditorio presencial de personas y de las cámaras del mundo entero, dos discursos dados con gran claridad, buscando ser transmitidos con mucha fuerza para que lleguen al mundo entero. Parecidos... ¡PERO QUÉ DIFERENTES!
El discurso de Dilma Rousseff, la presidenta brasileña, era, lógicamente, político. Demasiado político. Muy correcto. Muy medido. Todo un ensalzamiento de los grandes avances logrados por su gestión, de lo mucho que quiere su gobierno al Papa y a la Santa Sede, por su gran colaboración y compromiso con la pobreza... Pobreza, desigualdad, diálogo, dignidad, esfuerzo... ¡Muchas palabras! Pero faltaban las más importantes, esas que Francisco no dejaba de repetir en sus palabras a continución de la presidente: Dios, Jesucristo. El fundamento para poder comprender todo lo demás.
El discurso del joven de la favela fue conmovedor, precioso, directo y claro desde el corazón (¡qué distinto al de la presidenta!). No buscaba un discurso correcto, que sonara bien en la tele, ¡aunque sonó fantástico! Relató la realidad de las zonas mas pobres, como la suya (pese a que las autoridades habían mandado arreglar algunas cosas desde que se enteraron de la visita del Papa), de la convivencia día a día en aquella "comunidad" (pues decir "favela" allí es despectivo), del gran hambre de Dios que hay en aquellas personas. Emocionante. Estas palabras nos conmovieron a todos, también al Papa (vease el abrazo que le dio), quien, al hablar, de nuevo lo hizo desde Jesucristo. El sufrimiento del corazón humano no se arregla simplemente acabando con la pobreza material, hay una pobreza espiritual que sólo Dios puede sanar, sólo acoger a Cristo y darlo a los demás puede curar las heridas más profundas del corazón de los hombres.
¡En la JMJ hay discursos y discursos! El del Papa está claro: Jesucristo. Jesucristo. Jesucristo. Francisco no deja de repetirlo estos días, no deja de hablar de Él allá donde va, para que llegue a todos. Nada de palabras y gestos vacíos: Jesucristo. Desde Él todo cobra un sentido nuevo.
Hay, querido lector, discursos y discursos. ¡Estemos atentos, aun queda JMJ! Más lejos o cerca... ¡a vivirla!
Hasta más escribir y leer, querido lector. Que Dios te bendiga.
2 comentarios:
La diferencia es cuando se habla desde el corazón y con el corazón y con verdadera Fe. Un abrazo y seguiremos disfrutando de cada discurso y cada acto. Un abrazo
Y que diferencia tan grande. :)
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