¡Hola, hola, hola!
Querido lector, hoy me ha pasado una cosa muy hermosa. Cuando eres cura tratas con todo tipo de gente, con todo tipo de problemas, de situaciones difíciles... Esas situaciones quedan ahí, dentro de uno, dolorosas, para ser llevadas a Dios, que es el Único que puede darlas sentido. El otro día te contaba, querido amigo, lo que había supuesto encontrarme por primera vez con un caso de apostasía... Hoy os traigo algo mucho más amable que me ha pasado al salir de la Misa esta mañana.
Una chica, simpática ella, ha venido temblorosa a decirme que tenía que hablar conmigo, con un sacerdote. Vamos fuera. Hablamos. Está nerviosa. Me dice que no sabe como decirlo, que ella fue bautizada por tradición pero que nunca vivió la fe. A mi en seguida me salta el clik mental: "¡No! Otra vez apostasía!", pienso a la vez que busco palabras adecuadas para decirle. Y, de repente, le cambia el tomo: "El caso es que quiero conocer a Dios, quiero empezar a ir a la Iglesia, no se cómo hacerlo, pero lo necesito. Me he dado cuenta de que necesito vida espiritual, lo material no me llena". Créeme, querido lector, que son las palabras más hermosa y sinceras que he escuchado en los últimos tiempos.
Y más bonita aún la conversación de después, ya con mis miedos de una nueva apostasía desterrados. Ella sincera, hablando desde el corazón, preguntando cosas de Dios como una hija que quiere volver a ver a su Padre, reconociendo su pequeñez y debilidad, contando qué le ha movido a dar este paso... ¡Cuánto he aprendido de cómo nos mira Dios en un rato con ella!
Ya ves, querido lector, los regalos hermosos que Dios también nos permite ver de vez en cuando, lo bellas que son las cosas del Padre, la sencillez con que Él se manifiesta para recordarnos que siempre está con nosotros. ¡Y cosas mayores que veréis!, nos recuerda el Evangelio.
Unas veces uno trabaja por llevar a la gente a Dios y no ve fruto, lo cual da igual pues no es lo importante. Otras, de repente ves esos frutos, quizás de la oración de otras personas, o de donde Dios quiera sacarlos. Esta chica ha vuelta a casa, nos queda encomendarla siempre, cosa que te pido, amigo lector. Qué bien hace Dios las cosas, ¡cómo nos sorprende!, cuando le dejamos, claro...
En fin, querido lector, una cosa más de la vida del cura, hay muchas otras, ya sabes, ya te las contaré en otro momento. ¡Hasta más leernos! Dios te bendiga.
1 comentario:
Ya ves Patxi:
Lo extraño que trabaja Dios,tu mismo lo has dicho ,uno echa sermones con el afán de ganar gente para Dios ,con la confianza en que esa espiga germine y de repente se aparece alguien , que lo mismo ni conoces y te dice "Padre :quiero conocer a Dios ,me he dado cuenta que esta vida materialista no es mi camino".
¡¡¡Qué bien!!! ,una espiga que ha saber quien ha cosechado ,te está diciendo que ha germinado en buena tierra . Esa es tu misión ,esparcir la semilla que ha saber quien la va ha cosechar.
¡¡¡Bendiciones Paxtxi!!!.Dios siempre en ti.
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