¡Hola, hola, hola!
Querido lector... Día nuevo y semana nueva se nos regalan hoy lunes. Oportunidades nuevas para entregarlo todo (como la viuda del Evangelio con sus dos reales), para seguir viviendo con Dios la vida de Dios. ¡Maravilloso!
Y esta semana la empiezo con unas pocas agujetas, y contento, muy contento, con muchas cosas en el corazón que me han hecho pensar. He pasado el fin de semana de convivencia con los chicos de la parroquia que la próxima semana recibirán la Confirmación. ¡Maravilloso!
Me encanta ir por ahí de excursiones, peregrinaciones, campamentos y convivencias con los chicos y catequistas. Son tiempos especiales de compartir juntos la vida. Y la vida de Dios. Todo. Rezar juntos, comer juntos, tratar temas de formación juntos, jugar juntos... poniendo siempre a Dios en el centro. ¡Maravilloso!
Es precioso para un cura (novato este que escribe) el ver como Dios tiene para cada chico un camino especial. Como ellos van abriéndole el corazón y Él va dándoles sus gracias. En ciertas cosas hay mucho que aprender de ellos. Los jóvenes adolescentes tienen metas, aspiraciones y sueños grandes, están dispuestos a dedicar y entregar su vida por ellos. Muchos van comprendiendo como Dios responde a sus inquietudes, como Dios no solo no impide esos sueños sino que los hace aún mayores. Como con Él la vida tiene sentido. Pleno. ¡Maravilloso!
Se me ocurrió escribir esto porque no dejo de pensar que es una alegría poder ver en otros esta obra de Dios. Poder hablar y compartir a Él con los demás es una de las cosas mas hermosas para un sacerdote. Solo le sale a uno decirle a Él gracias... Y pedirle un corazón sencillo que no deje nunca de aspirar a la meta más grande de todas, al gran sueño. La santidad. ¡Maravilloso también!
Dios te bendiga, querdio lector.
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