¡Hola querido amigo lector!
¿Qué tal llevas este tiempo de Adviento? ¡Alégrate! que la Navidad está ya muy cerca.
Seguimos en el mes de la espera para la acogida de la Palabra de Dios, que, como explica Benedicto XVI, se ha hecho tan pequeñita que cabe en un pesebre. Es más, se ha hecho tan pequeñita que cabe dentro de María. Y es que hoy vamos a hablar de la Virgen.
Esta semana pasada hemos celebrado el día de la Inmaculada Concepción. Os aseguro que no es casualidad que esta fiesta tan importante se celebre cada año solo un par de semanas antes que la Navidad. Como ya puse aquí otras veces, vivir el Adviento es vivir como María.
¿Y cómo vive María? Es una buena pregunta. Creo que para encontrar la respuesta es bueno fijarse en lo que una madre es capaz de hacer por su hijo, ello podemos resumirlo en tres palabras: dar la vida. Sí. María ha dado la vida por el Hijo. Ha dado la vida con su sí confiado a los planes de Dios. Ha dado la vida desde su silencio en la espera y cumplimiento de esos planes. No ha dejado de velar ni un momento por Jesús.
Quizás tuviste ocasión de acudir a una Vigilia de la Inmaculada esta semana. Yo pude hacerlo, fui a una de tantas que se celebraron en distintos lugares de la diócesis. En ella el Santísimo quedó expuesto toda la noche, y grupos de jóvenes fueron a estar con Él en distintos turnos. Nunca quedó solo. Alguien me dijo que es algo curioso, porque la Vigilia de la Inmaculada está por supuesto dedicada a la Virgen, y sin embargo el centro de ella es Jesucristo. Es verdad. Pero es que así es María, la madre buena que quiere que sólo se le vea a Él, a Jesús. Así se vive como María. ¡Qué hermosa fue la Vigilia de la Inmaculada!
Y bueno, he leído el párrafo que dedica Benedicto XVI a la Virgen en su Carta de preparación para JMJ. Me ha gustado tanto que no me resisto a ponerlo aquí:
La Iglesia en España se está preparando intensamente para acogeros y vivir la experiencia gozosa de la fe. (...) Que la Virgen María acompañe este camino de preparación. Ella, al anuncio del Ángel, acogió con fe la Palabra de Dios; con fe consintió que la obra de Dios se cumpliera en ella. Pronunciando su “fiat”, su “sí”, recibió el don de una caridad inmensa, que la impulsó a entregarse totalmente a Dios. Que ella interceda por todos vosotros, para que en la próxima Jornada Mundial podáis crecer en la fe y en el amor. Os aseguro mi recuerdo paterno en la oración y os bendigo de corazón".
María es también el modelo en el que tenemos que fijarnos para preparar la JMJ, para que en ella podamos verle a Él. Y no sólo fijarnos, también podemos encomendarnos a ella. Os propongo ofrecer un misterio del rosario cada día durante esta semana por los frutos de la Jornada. ¡¡Cada vez queda menos!!
Ya se va notando el cansancio de lo que llevamos de curso, y en estos momentos es normal embotar un poco la cabeza y andar pensando sólo en vacaciones! Para remediarlo os propondré un ejercicio mental que hacer muy bueno para centrar el coco. Aunque eso, claro, será otra historia y tendrá que ser contada en otro momento.
Que tengas una feliz semana. Dios te bendiga, ¡querido lector!
En María.
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