Cuando Dios calla

Querido lector...

¡Cuántas veces nos encontramos frente a situaciones que nos sobrepasan! Dificultades en la vida que no alcanzamos a entender, que se prolongan durante mucho tiempo sin que parezca que haya cambios notables, que nos van desgastando y consumiendo poco a poco. Problemas familiares, laborales, con los estudios o con amigos, que van minando nuestra alegría y nos van haciendo creer que al final hay que conformarse con vivir el continuo dolor y valle de lágrimas que nos viene a cada rato. Yo no quiero vivir así.
Cierto es que, a menudo, presentamos una y otra vez nuestras plegarias y ofrecimientos a Dios por estas situaciones aplastantes, teniendo el convencimiento de que las cosas se van a arreglar. Resulta descorazonador no apreciar ningún cambio inmediato, llegamos a cansarnos de tanta confianza aparentemente frustrada y de ahí viene el desánimo apático de pensar que no hay nada que hacer. No vemos al Amor, ni el amor de nadie por ningún lado, vivimos rodeados de gente pero sintiendo gran soledad.

La Beata Madre Teresa de Calcuta, de cuyo sufrimiento en la noche oscura hemos sabido tiempo después de su muerte (¡quién lo diría!) escribía en 1959 una carta a su director espiritual en la que literalmente le decía: "Me siento perdida. Dios no me quiere. Dios podría no ser Dios. Podría no existir". ¿Qué decir a esto?

¡Qué difícil resulta responder en palabras! Más bien la respuesta hay que darla en silencios. Hace poco alguien me decía que hay que aprender a interpretar los silencios en las conversaciones. Ciertamente es así. Un silencio al hablar dos personas dice más de lo que aparentemente parece, aunque resulta complicado verlo en un mundo donde solo el ruido es la respuesta.

Si hay algo, amigo lector, que me ha enseñado mucho Madre Teresa en las situaciones más difíciles de mi vida ha sido aprender a escuchar en los silencios de Dios, comprender que Él clama con mudos gritos en ellos. Nada hay más doloroso que el silencio de la Cruz, donde Dios calla, con la cabeza bajada, con las heridas abiertas. Muerto.

Quizás no cambien las situaciones complicadas a las que nos vamos enfrentando cada día, pero es seguro que nuestros problemas son los problemas de Dios. Quizás a veces llegamos a sentir que Dios no nos quiere, pero sus silencios hablan paradójicamente de que nunca estamos solos del todo.

Amigo lector, si tienes dificultades grandes de las que no ves salida y estas perdiendo tu confianza en Dios, no dejes de ser fiel a esa fe que tantas veces te ha sostenido. Esa fidelidad sacó a Madre Teresa de aquel pozo. El dolor puede ser grande. Pero la gloria es mucho más. Y la verás. ¡Seguro que la verás! Dios no nos deja. Y tenemos mucha gente cerca que tampoco.

Te comparto una frase que es de gran ayuda y que me han mandado hoy:

"Debemos acordarnos siempre que Dios hace todo bien, aunque no sepamos los motivos"

San Felipe Neri

¡Feliz día! Dios te bendiga.