Querido lector... Cuando eres cura vives muchas situaciones muy diversas cada día. Puedes estar triste y consolando en la pena a unos padres que están enterrando a su hijo, y media hora después estar alegrándote con otros en el bautizo de su bebé. Pasas en un momento de estar escuchando y tratando de ayudar a una familia sin recursos de ningún tipo a compartir la ilusión y la alegría de un grupo de jóvenes que se han reunido para rezar y pasar la tarde. Ves penas, alegrías, sufrimientos, sorpresas, ilusiones... Ves todo en todos. Ser sacerdote es precioso.
A veces tocan situaciones de especial dureza, ya he mencionado algunas: funerales inesperados, situaciones familiares dramáticos... Pero ninguna tan dura como la que me tocó vivir ayer. Nunca me había pasado directamente. Ayer un chico vino a la parroquia para pedir la apostasía.Ya sabrás lo que es eso, querido lector, apostatar es negar y renunciar a la fe que se ha recibido. Es algo así como decir a Dios que se le niega y que quede constancia de ello, es abandonar la Iglesia a la que pertenecemos por haber recibido el regalo del Bautismo. Una cosa muy seria, como ves. Intenté hablar con él... no quiso. Intenté que él me contara alguna cosa... tampoco. Solo quería mi firma en su escrito de apostasía.
Y el caso es que, de todas las cosas tristes que me ha tocado vivir siendo cura y me han dejado triste, aquella fue la que más. Una sensación extraña. ¡Es tan grande el ser cristiano! ¡Es tan hermosa la vida en Dios! ¡Cobra tanto sentido todo lo que hacemos mirándolo desde Él! Que deja mucha pena ver personas tan convencidas de absolutamente todo lo contrario...
¿Los motivos de este chico? No lo se. No quiso decirlos. Pueden ser muchos: malas experiencias, desconocimiento, ideologías... Sea lo que sea me hace preguntarme y preocuparme por cómo poder mostrar a cada persona que me encuentro el verdadero rostro y corazón de Dios... Creo que todos los cristianos tenemos que hacer un esfuerzo en esto, más aún ante la apostasía silenciosa (sin firmar papeles) que vivimos hoy en nuestra sociedad.
¿La parte buena de esto? Además de que me ha movido a hacer esta reflexión... lo bueno es que yo no estoy autorizado a firmar un papel pidiendo la apostasía (es lo que tiene ser vicario, jeje). Quizás otro sacerdote tenga que hacerlo finalmente, o quizás no, lo realmente bueno es que este chico podrá encontrarse con otras personas que puedan ayudarle y mostrarle quién es Dios de verdad (de hecho me consta que hay páginas webs que advierten lo peligrosa que es la Diócesis de Getafe porque te convencen para no apostatar y encima recuperas la fe). No se lo que pasará, y puede que nunca lo sepa. Lo que si se es que a ti, querido lector, y a mí nos queda rezar por estas personas, que no es poco, te lo aseguro.
¡Hasta más vernos por este blog de Potato, amigo! Y que Dios te bendiga.
3 comentarios:
A mi también me preocupa más la apostasía silenciosa,y desde aquí mis oraciones,no por casualidad el Señor últimamente no para de pedirnos que vivamos lo que decimos ,para que así los demás vean en nosotros su rostro.
Uuuffff!!
Unidos en oración.
DTB!!
Me he fijado que eso de apostatar esta de moda.
Una amiga que fue la que me invito al mundo blogueril apostato y me dijo que ella ya no necesitaba que orara más por ella, le escribí varias veces y ya no me contesto, nunca he sabido que paso.
Gracias por compartir.
SL2!!
Publicar un comentario