Muchas veces nos fijamos únicamente en nuestros defectos, ¡y lo mismo nos pasa a la hora de mirar a los demás! Damos vueltas y vueltas a las cosas que no nos gustan de nosotros mismos y de los otros y eso nos hace sentir mal, agrandar los problemas, desanimarnos y desesperanzarnos. ¡¿Y por qué no fijarse en los dones?! Las debilidades que tanto nos hacen sufrir se aprovechan a menudo de los buenos dones que se nos han regalado, ¡en esos si hay que fijarse!
¿Quieres saber quién eres tu? Mira tus dones. ¿Quieres conocer a los demás? Mira sus buenas cualidades. No te quepa duda de que es así como Dios nos mira, y no hay mejor mirada que la suya. A Él hay que pedirle tener sus ojos para vernos y ver a los otros desde los dones y no desde los pecados. Así miró Él al publicano Mateo, al traidor Judas, al testarudo Pedro, al incrédulo Tomás, a María Magdalena, a la Samaritana, al joven rico que no le siguió, al endemoniado de Gerasa, al ladrón arrepentido... ¡Y tantos otros ejemplos que tenemos en el Evangelio! Búscalos.

Dios te bendiga amigo, ¡hasta otro post!
1 comentario:
Si vieramos nuestros defectos como no defectos sino como algo a mejorar y las virtudes como algo a compartir seríamos mas felices sin duda
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