Querido lector... ¡Es tiempo de exámenes para muchos! Quizás también para ti... Recuerdo con gracia los nervios que me entraban cuando llegaban los días de tener que poner por escrito los temas de la asignatura de turno, en busca de la mejor nota posible. Recuerdo las presiones, las comparaciones con los que sacaban mejores y peores notas, las monotemáticas conversaciones previas sobre lo que podría caer y posteriores sobre lo injusto que era el profesor que siempre preguntaba lo que no explicaba. Mucha presión genera mucho agobio y mucho estrés, sin duda mucho más del que deberíamos tener...
A veces parece que se nos acaba la vida en periodo de exámenes y se acentúan algunos rasgos en nosotros, no todos buenos. Hay quien vive en un continuo enfado con el mundo que le rodea y paga los platos rotos de tener que estudiar con el primer familiar o amigo que pasa cerca. Hay quien se encierra y se vuelve arisco contra toda cosa que se me mueva, permaneciendo en una especie de hibernación osuna hasta que termina el último control. También están los que lo centran todo como un gran problema que ellos tienen, y no paran de mirarse a sí mismos y de comentar con todo el que esté cerca lo bien o mal que les sale todo, lo buenos o desgraciados que son, sin decir nunca un "¿tu qué tal?" al otro. Y, por supuesto, están los pesimistas que agobiarán al personal que tienen al lado compadeciéndose de que nunca estudiarán lo suficiente y que todo les va a ir fatal (¡estos suelen sacar muy buena nota!). Son todas reacciones muy humanas, ¿te reconoces en alguna? ¡Hay muchas más!
El caso es que el tiempo de exámenes, amigo lector, es complicado y hay que pasarlo sin perder la cabeza y volverse loco contra uno mismo y contra los demás. A mí, que no soy ejemplo de nada, siempre me ayudaba pensar una cosa que dijo San Ignacio de Loyola: "Haz las cosas como si todo dependiera de ti, sabiendo que, en realidad, todo depende de Dios". Gran frase. Sin San Ignacio hubiera tenido Twitter hubiera arrasado a favs y rts.
Quiere esto decir que en el estudio hay que esforzarse, y mucho, ¡no vale decir que Dios me iluminará y echarse en la cama a vaguear entre wassap y tuiter toda la tarde! Pero, al mismo tiempo, hay que saber que nuestras fuerzas llegan a donde llegan, somos lo que somos (personas, no máquinas) y hay que pedir a Dios que nos de paz interior, claridad de ideas, paciencia, descanso y tranquilidad de saber que estamos en sus manos. Empieza el examen, cruz en la mesa, oración y al lío. ¿Locura? No creo. No veas la calma y buen resultado con que afrontan los exámenes las personas que hacen esto.
Si te falta la paz, estas cabreado, te sientes triste y alicaido, hay mas nervios de lo normal... ¡algo falla! Busca ayuda. En tiempo de exámenes, querido lector estudioso, hay que hincar mucho los codos (¡hasta que estén negros de tanto apoyar en la mesa!), pero no te olvides de hincar también las rodillas y ponerte en manos de Aquel para quien tu vida vale infinito y nunca te dejará solo.
¡Y cuida a quien tienes cerca en este tiempo y también se le puede hacer cuesta arriba! Juntos llegamos más lejos, ¡somos Iglesia! Que Dios te bendiga, amigo.
1 comentario:
No hay nada como encomendarse antes de un buen examen, eso sí, siempre depues de una buena chapatoria, mucha suerte a tus estudiosos lectores. Un abrazo
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