viernes, 20 de diciembre de 2013

¡Lo nuestro es la unidad, no la división!

¡Hola, hola, hola!

Querido lector, ¡el día de pentecostés los apóstoles se tomaron muy en serio el mandato de Cristo de ir a hacer discípulos hasta los confines de la Tierra! Hoy encontramos cristianos en todos los rincones del mundo, en algunos sitios de forma muy extendida, en otros muy poquitos y sufriendo persecución... ¡qué alegría saber que allá donde vas hay personas a las que te une una comunión muy especial!: la de los creyentes en Cristo, que se hace presente en la Eucaristía. Lo hemos comprobado en la JMJs. Nada evangeliza más que vivir esa alegría en la unidad.

Y lo mismo sucede al contrario... no hay peor testimonio que el de la división entre los católicos. Lo propio del Espíritu Santo es suscitar carismas, pero carismas para la unidad. Igual sucede al revés, toda tentación del demonio es siempre para lograr el fruto de la ruptura. ¡Cuántas veces pasa!

¡Cuántas veces escuchamos entre creyentes que si no celebra la Misa tal o cual cura no van a ir a la iglesia ese día! ¡Cuántas veces hay un drama y un éxodo parroquial porque un sacerdote cambia de destino! Que le digan esto a cristianos de lugares donde el sacerdote solo puede atender la capilla del pueblo y celebrarles la Eucaristía una vez al mes por tener decenas de poblaciones a su cargo.

¡Cuántas veces se oye aquello de que si no se es de este o de aquel movimiento no hay salvación! ¡O que hay movimientos mejores que otros! ¡Pero si es una riqueza enorme que cada movimiento viva con fuerza y alegría su carisma!, acogiendo a todos y aportando a todos, ayudando al crecimiento de la parroquia, en vez de dedicarse a hacer la guerra a los demás, como si fuera una batalla contra otros que hay que ganar. Los movimientos están para llevar a Dios a las personas, acogerlas en nombre de Cristo y la Iglesia, no para sentirse superiores a los demás.

¡Cuántas veces hay en las parroquias grupos que aparentemente funcionan muy bien pero que están cerrados sobre sí mismos, y no quieren ni oír hablar de acoger gente nueva! Si en una parroquia se pierde esa dimensión misionera (¡la misma que dio Cristo el día de Pentecostes!) se pierde la esencia de lo que es, y la alegría de sus miembros. Se terminará formando en el grupo de turno un club social de amiguetes, o una peña en torno a una misma afición, nada mas allá.

¡Cuántas veces vemos a cristianos intentando hacer decir al Papa y los obispos lo que no dicen! Se crea una división en torno al "este Papa es un desastre que lo está poniendo todo patas arriba, el otro si que era bueno", o "por fin un Papa que se preocupa de la gente, no como el otro, que vivía oprimiéndonos a todos". Una pena, querido lector. ¡¿No tienen que ser las figuras del Papa y de los Obispos quienes nos unan y no quienes nos hagan pelearnos y estar cabreados todo el día?! Ellos son los garantes de que tengamos Eucaristía, en ellos ha querido dejar el Señor la certeza de que la iglesia puede vivir en comunión y en unidad. No nos empeñemos en lo contrario.

Es extraordinario ver como en la Iglesia cabe todo el mundo, personas de todas las edades, razas, condición social... Dios es Padre de todos, y por tanto la Iglesia es su casa en la que todo el mundo tiene sitio. La comunión que podemos alcanzar con personas con las que aparentemente no nos une nada, ni gustos, ni aficiones, solo la he visto en la Iglesia. Ahora bien, esto solo puede ser así si tenemos a Jesucristo en el centro, si no, será otra cosa. Una Iglesia desunida no evangeliza.

¡Hasta más leernos, querido lector! Y que Dios te bendiga.

PD: 1Cor 3,4 ss



1 comentario:

Anónimo dijo...

soy un joven de 23 años y cristiano fiel, pero por desgracia al lugar donde puedo asistir a misa el cura no es el más adecuado...cuánto haría de bien si en vez de hablar de tanto miedo, tanta diferencia...se hablara de amor, de unión, de fuerza, de felicidad...
Me da tanta pena de gente que se distancia de Cristo por pensar cosas que no son...porque Cristo es vivir en alegría, en felicidad...es una creencia, una religión de absoluta felicidad!
Amigo, te leo desde hace un tiempo y tu me ayudaste en una gran crisis de fe y de desesperanza, aunque no lo supieras. Ojalá hubiera más curas como tú, y ojalá que la nueva generación que está saliendonde curas y párrocos nos lleve a ver eso, la felicidad, el gozo, la alegría que es lo que quería y quiere Cristo.
Rezo por ello.
Muchas gracias!