¡Hola, hola, hola!
De seguro, querido lector, que si eres español, hoy estarás contento porque de nuevo la selección ha ganado un título, ¡y van tres seguidos!
No hace mucho tiempo, la llegada del verano era sinónimo del fin de las clases, el calor y el batacazo de la selección española... ¡Cómo ha cambiado esto! Ahora España siempre gana.
Hay quien puede decir que esto del fútbol es alienante, que estamos embobados viéndolo mientras el país se hunde en sus muchos problemas... ¡Nada de eso! Aquí todo el mundo sabe lo que hay, no hay que ser tan pesimista y malagorero, es buenísimo llevarnos una alegría juntos. Me gusta el fútbol.
Me gusta por ser un deporte noble. Caballeroso. Dos equipos se enfrentan en el campo para conseguir la victoria, ninguno da el partido por perdido (ni siquiera ayer Italia con el 2-0). La humildad es un valor que se hace grande en un campo de juego. Todos alabamos las declaraciones modestas de un futbolista, no así cuando son prepotentes.
Cuenta mucho la técnica (individual de cada uno, no es nada fácil manejar una pelota con los pies, aunque Iniesta nos haga creer lo contrario) y la táctica (es un juego de equipo, por muy bueno que sea un jugador no es nadie sin sus compañeros).
Es el único juego capaz de unir a todo un país en los nervios y las alegrías de la victoria (y seguro que también en la pena de la derrota si ayer hubiéramos perdido). Claro que el fútbol no tiene que ser lo único en lo que pongamos nuestras alegrías. La gente lo sabe. Hoy siguen teniendo los mismos problemas de ayer, pero con la alegría de que ayer ganamos a Italia en un partido muy bonito.
Ayer lo pasé muy bien viendo el partido con toda la gente de la parroquia, nos reímos, gritamos, celebramos juntos. El deporte tiene esa magia que lo hace posible. Me gusta.
Enhorabuena España.
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