¡Hola, hola, hola!
¡No se si a alguno de vosotros os han felicitado ya efusívamente la Navidad! A mí sí. En los carteles de un montón de comercios y en anuncios de todo tipo me han dicho ya eso de: "¡Félices fiestas!, ¡te presentamos nuestras ofertas de Navidad!".
El ambientillo se va preparando. Lo vemos en las calles: las pancartas de Rajoys, Rubalcabas y Cayoslaras electorales han dado paso a cientos de bombillitas de colores que se van encendiendo y que van dibujando todo tipo de mensajes y dibujos: desde las velitas y estrellas con la palabra Navidad hasta las parrillas para hacer barbacoa que ha habido algunos años por el centro de Madrid.
Y es que, se crea o no se crea en Dios, no hay duda de que las Navidades son un tiempo muy especial y muy bonito para la gran mayoría de personas de nuestro país.¡Para que luego nos vengan a vender que el cristianismo no tiene ni ha tenido ninguna importancia en nuestra cultura!
Así pues, ya es Navidad en todos los sitios.... ¡menos en uno!: en la Iglesia. ¡Estos cristianos siempre haciendo lo contrario! Nosotros estamos en Adviento, tiempo de preparación para el Nacimiento de Jesús (sí, también llamado Navidad). Y es que, es importantísimo que haya Adviento antes de la Navidad porque, si efectivamente en Navidad va a nacer Jesús, habrá que prepararse bien.
Es precioso poner el Belén, el árbol, las velitas... y además con ello se expresa el misterio que vamos a celebrar, pero no hay que quedarse solo en preparativos externos, sino que hay que preparar el corazón. Y prepararlo bien. Se nota cuando hacemos algo desde una profunda vivencia del corazón: lo cuidamos más, lo percibimos con más intensidad, y eso es porque de verdad nos preocupa.
Es el Adviento un tiempo para preparar el corazón, para pedir a Dios una intensa vivencia de la fe, un crecimiento en la esperanza un poner por obras esa fe y esa esperanza a través de la caridad. Un tiempo precioso y necesario para que, cuando nazca Dios, además de estar cerca físicamente como lo estaban la burra y el buey, podamos estar con el corazón verdaderamente preparado, como María y José.
¡La Navidad es algo más que juntarse para comerse un pavo! Vamos a prepararnos.
¡Feliz Adviento, querido lector!
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