
En el video propagandístico aterrador que ISIS ha difundido para que el mundo vea con miedo las ejecuciones puede escucharse como uno de los terroristas llama despectivamente a los cristianos "el pueblo de la Cruz". Un nombre hermosísimo. Mientras son degollados en frente de las cámaras los cristianos rezan, "Jesús, ayúdame".
Sus labios mueren confesando a Cristo, a aquel que nos ha prometido aquello de que "quien pierda su vida por mí la encontrará", y nos ha alentado con eso de "bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos".
Más allá de las Palabras de Dios... ¿Dónde está Dios en medio de tan grande atrocidad y espeluznante barbarie humana? Encuentro la respuesta mirando la Cruz. Esa Cruz que da nombre orgulloso a nuestro pueblo cristiano acoge el silencio de un Dios crucificado, sufriendo, llorando, clamando al Padre, muriendo. Un Dios que ha pasado por todo esto comprende bien esos sufrimientos, lágrimas y clamores. Dios estaba en esa playa doliéndose y muriendo. Merece la pena seguir al Dios que sufre contigo. Por eso nos colgamos una Cruz. Nosotros somos ese pueblo.
Creo que lo mejor es que ninguno veamos ese video, y que todos elevemos nuestras oraciones y ofrecimientos por todos estos cristianos que están muriendo y sufriendo persecución en el siglo XXI. La Misa hoy es por ellos. Descansad en paz, hermanos.
Y hasta otra entrada, mi amigo lector. Dios te bendiga.
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