La cosa está clara: la unidad entre nosotros evangeliza, y, por tanto, la división es anti-testimonial (¡palabreja terrible y de nefastas consecuencias!). A los cristianos nos tiene que sobrar todo lo que sea compararse, poner unas espiritualidades por encima de otras, hacer guerras por ver cuál es el movimiento number one... ¡Cuántas horas nos pasamos hablando con palabras bellas de una justificación sobre por qué mi grupo es el mejor o por qué fuera o dentro de tal movimiento no hay salvación!
El corazón de Dios se parece poco a la mente cuadriculada que nos hace confundir la unidad con la uniformidad. ¡No es lo mismo! La unidad es para todos, es Evangelio puro. Un cristiano que no vive para la unidad es como quién quiere seguir a Dios sin vivir el amor al prójimo, la esperanza o la oración. Le falta un pilar importante. ¡No se puede! "Jesucristo también puede romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrarlo y nos sorprende con su constante creatividad divina", escribe el Papa Francisco en la Evangelii Gaudium.
La unidad brota de la esencia del cristianismo: de Jesucristo mismo, el Hijo de Dios Padre que nos dejó su Espíritu Santo. Hay cosas innegociables que pertenecen a la Verdad de Dios y del hombre, y todo cristiano ha de vivir para estar en la unidad. Después hay también caminos, formas, modos, expresiones concretas de Dios que son infinitas, no uniformes. Tratar de buscar una espiritualidad y carisma iguales para todos es, sin quererlo directamente, un intento de encerrar a Dios en un esquema mental, de acallar sus dones, de reducir sus carismas... ¡Dios es inmensamente más grande, y, por ello, la Iglesia también lo es!
Mejor, amigo lector, es eliminar de nosotros esas cuadricuadraturas (otra palabreja), ser Uno entre nosotros y con Dios. Y así el mundo creerá. ¡Dios no nos deja solos!
3 comentarios:
La unidad es importante pero si un grupo de personas no deja a otro formarr parte de el eso no es unidad.
En la unidad se ve si somos cristianos. Si nos amamos como Él nos amó. Hasta la Cruz. Sin dejar de vivir aquello para lo que Dios nos ha llamado a cada uno. Acogiendo los carismas del otro como un don para mi... y poniendo al servicio de todos, los dones que Dios me ha regalado.
En medio de nuestros pecados nos podemos perdonar y volver a acoger unos a otros como al mismo Cristo.
Gran post, Patxi!
LA unidad brota de Cristo, de vivir a Cristo, con Cristo y en Cristo. Me encanta esa idea. Es Él quien da la unidad, no nosotros. Nosotros sólo podemos descubrir quién está unido a Cristo y quien está separado o nos separa de Él. Bendito Dios que siempre y sólo une! ;D
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