Tenía ganas de escribir sobre esto... Este fin de semana he tenido el gran regalo de ir de peregrinación a Javier, Navarra, como cada año, con los jóvenes de toda la diócesis. ¡Una vez más Dios lo ha vuelto a hacer!
Una vez mas hemos compartido juntos camino, alegrías, oraciones, Eucaristía. Una vez mas vuelvo dando gracias a Dios por tantos bienes recibidos. Por tantas personas.
Y es en estos momentos pos-peregrinación cuando uno ve lo maravilloso que es estar rodeado de personas que comparten contigo lo más profundo que puede tener el hombre: la fe en Dios. Y es cuando se puede caer en la cuenta de lo complicado que puede resultar vivir esa fe en lo cotidiano de cada día: con la familia, con los amigos, en el instituto o universidad... Y es cuando puede venirnos la nostalgia: ¡qué bonito y sencillo era todo en la Javierada! Y es cuando aparece la tentación: lo que he vivido estos días ha sido precioso, pero no es real. ¡Ten mucho cuidado con esto! Es una enfermedad, se llama el síndrome de Disneylandia.

Con Dios no pasa esto. ¡La Javierada no es Disneylandia! No es un mundo ficticio, ilusorio y falso. Todo lo que te ha ocurrido este fin de semana ha sido verdad, no ha sido para evadirte de la realidad, ha sido la realidad.

La realidad verdadera es la vida con Cristo, y esa se puede vivir siempre: en Javier, en Móstoles, en Boadilla, en Parla, en Valdemoro... Se puede vivir con tu familia, con tus amigos, en tu instituto, en tu trabajo... En todo lo que haces. Si alguien te dice otra cosa... ¡te está mintiendo!

#CristoEsVidaReal
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